Ser embajadora de un mundo más amable con las mujeres

Trabajando con mujeres desde hace tantos años me di cuenta que yo no era  la única que se sentía incómoda con su cuerpo. Pasé muchos años en silencio, pensando que no era correcta, que debía cambiar. Aún lo pienso un poco, es muy difícil luchar contra los estereotipos. 

Decidí que aunque era difícil yo quería aportar mi grano de arena para cambiar esos estereotipos o por lo menos impactar mi “pequeña isla” con ideas más compasivas de lo que “deberíamos ser”. 

Con Ximena tengo una historia muy linda, comenzó haciendo uno de mis cursos y poco a poco fue haciéndolos todos. No nos conocíamos, pero hoy en día no solo es la Coordinadora de la Academia de Project Glam, sino que es uno de mis grandes apoyos en el trabajo y en la vida personal. Un regalo de mi trabajo es la comunidad tan linda que hemos formado.

Imagínense todo lo que en una década he visto: mujeres que se odian a sí mismas, que no tienen espejos en sus casas y que cuando se enteran que deben enviarme una foto deciden no trabajar conmigo porque se sienten imposibilitadas a tomarla. Recuerdo una chica bastante jóven que me envió un mensaje que decía que incluso sometiéndose  a diferentes cirugías plásticas no lograba aceptarse, solo trabajando la profundidad de su imagen personal había logrado verse al espejo con más amor. 

Así que en medio del camino me di cuenta que la clave de este trabajo estaba en poder sentir y trabajar con empatía con otras mujeres, que buscaban ayuda con su imagen porque estaban en crisis o sentían que algo más estaba pasando con ellas. Como siempre le digo a mis alumnas, nadie que se sienta hermosa le paga a otra persona para que la ayude a vestirse mejor. 

Fue así como comencé a investigar sobre verguenza en las mujeres, feminismo,  síndrome del impostor, vulnerabilidad, aceptación corporal, autoestima y autoimagen y decidí que mis programas y las asesoras de imagen que formaría no solo iban a ser compasivas y empáticas con sus clientas, sino que iban a vivir ellas mismas el proceso de cambio para que pudieran sentirlo en carne propia y tratar a las demás mujeres desde su propia experiencia. Lo más difícil de todo es siempre vernos a nosotras mismas. 

Nadie quiere que la midan o que le digan que tiene que bajar de peso, eso es solo certificar y perpetuar estereotipos de belleza que nos hacen mucho daño. En Project Glam no enseñaríamos eso, seríamos distintas y además construimos una comunidad de mujeres que quería ser parte de ese cambio. 

Aquí estoy casi una década después, sigo estudiando, sigo formando mujeres que puedan multiplicar el mensaje que llevamos en alto en Project Glam desde el primer día: somos lindas todas y todas nos podemos ver bien. 

Seguimos queriendo democratizar el estilo y el glamour y desde los valores de la generosidad abrazamos y enseñamos a otras mujeres a multiplicar este mensaje. 

Quieres ser una de mis embajadoras. Te espero en mi certificación.


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