Nuestra relación con la imagen y los sentimientos frente al espejo

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Quienes nos preocupamos por cómo nos vemos, y quienes trabajamos con imagen personal, hemos sido etiquetados muchas veces de “personas superficiales”, criticados y desalentados por tener presentes lo que sentimos cuando nos vemos al espejo.  En este contexto cave la pregunta:

¿Es superficial preocuparnos por nuestra imagen? ¿Es un tema menor cómo nos sentimos con lo que refleja el espejo?

Definitivamente, trabajar con mujeres y haber tenido la oportunidad de conversar con muchas de ellas alrededor del mundo, me ha dado la oportunidad de comprobar que la relación que tenemos con el espejo es un relación muy compleja y, aunque no lo crea, no importa la geografía: todas las mujeres tenemos un discurso parecido con respecto al espejo, el closet y la ropa.

Se trata de una relación compleja. No solo con el reflejo objetivo que nos da el espejo, sino con el reflejo que ponemos en quienes tenemos en frente y en esa relación que establecemos en cómo “nos miramos a través de los otros”.

La escritora americana Diana Meyers nos cuenta que, los franceses llaman al espejo del tocador (o peinador de la mujeres): “psyque”, y quizás llamar este espejo con el nombre de la mente es algo que nos habla mucho sobre la relación que tenemos con ese reflejo. Un reflejo que muchas veces marca la opinión y el concepto sobre nosotras mismas. 

A esta relación, ya compleja desde la Historia, debemos sumarle la cantidad de imágenes a las que estamos sometidas día a día por  los medios de comunicación y las redes sociales. Imágenes con las que constantemente nos estamos comparando.  

Es así como nacen dimensiones distintas sobre la importante de nuestra imagen, ninguna de ellas superficiales:

1.- Una, que tiene que ver con cómo nos sentimos con nosotras mismas y cómo ese reflejo que vemos en el espejo es capaz, nos guste o no, de definir qué humor tenemos, o qué acciones nos sentimos capaz de lograr. 

2.- Otra, que nos lleva compulsivamente a compararnos con lo que vemos día a día en diferentes referencias. Nada más destructivo para nuestra autoestima.

3.- Y la última, más social, que nos permite entender que nuestra imagen nos ayuda en el logro de nuestros objetivos.

Entonces, ¿la imagen es un tema superficial?

La respuesta definitivamente es: NO. La imagen de ninguna forma es algo superficial.

Nuestra relación con la imagen en la dimensión más personal

Hablemos entonces, cómo nuestra autoimagen influye en nuestro éxito diario:

Cierra los ojos e imagina: suena el despertador y con este ruido para muchas “molesto” comienza el día. Seguido de esto,  viene lo que se convierte en la pelea más larga y constante que tenemos las mujeres en nuestra vida. No se trata de los conflictos con nuestra madre o de problemas con nuestra pareja. La discusión más constante que tenemos las mujeres es la que tenemos con nuestro closet.

Abres la puerta del guardarropa y el ring de boxeo se instala dentro de él. Comienzas a probarte looks, te quitas el pantalón, te cambias la camisa, luego los zapatos. Comienza la ropa a volar por el aire y a aterrizar sobre la cama.

Va ganando el closet, pero tú tratas de repetir la pelea, con la esperanza de encontrar algo que te haga sentir linda, que te guste mucho o que te dé poder.

Se te acaba el tiempo y terminas exhausta, saliendo de tu casa con lo último que te probaste, que no necesariamente te hace sentir linda y segura de ti misma, pero ya no tienes más tiempo y no te queda de otra que salir y una vez más perdiste la pelea.  

La sensación de que no ha comenzado el día y ya quedaste exhausta se instala en tu cabeza y la peor parte es que no saliste vestida “como te hubiera gustado”.

La consecuencia: todo el día tienes en el cuerpo esa sensación de incomodidad y de inseguridad.

Con incomodidad e inseguridad nadie puede triunfar, nadie puede ser exitoso y la causa se produjo frente al espejo.

 Y la verdad es que la ropa, como objeto, es solo eso un objeto, pero lo que produce la ropa en tu cuerpo y el reflejo en el espejo son sentimientos profundos capaces de empoderarte o de hacerte sentir insignificante.

¿Todavía piensas que la imagen es algo superficial?

Imagínate el escenario contrario. Imagínate que logras vestirte con algo que amas y que cuando se refleja la imagen en el espejo: amas lo que ves. Te parece que estás hermosa y esa sensación ya es algo que te da poder.  

Caminas con la espalda recta, con los hombros erguidos y con la cabeza en alto, mirando a la gente a la cara. Ese empoderamiento te lo da el sentimiento que te produce lo que se refleja frente al espejo.

La dimensión social y de validación con el otro que tiene la imagen, la analizaremos en un próximo post.

Dani K